Se trata
de un microcuento llamado Knock, de
Frederick Brown y que ha causado revuelo y fascinación en la tradición de la “microficción”
norteamericana. A su vez, está basado en un texto de Thomas Bailey Aldrich:
“Imagina que todos los humanos han sido borrados
de la faz de la Tierra, excepto un hombre. Imagina a este hombre en una gran
ciudad, Nueva York o Londres. Imagínalo en el tercer o cuarto día de su
soledad, sentado en una casa y oyendo el ring del timbre de la puerta.”
Knock ha sido muchas veces
catalogado como uno de los cuentos más cortos de la historia, aunque se han escrito
algunos con menos palabras, como son “Muy
confundido, leyó su propio obituario”, “Vendo
ataúd por cambio de planes” o “Para
siempre sólo por última vez”.
La fascinación en los textos de Bailey y Brown, recaen directamente en las preguntas
que nos obligan a hacernos: ¿Por qué desaparecieron todos los hombres de la
Tierra? ¿Por qué quedó solo el personaje que está sentado en la habitación?
¿Quién o qué llama a la puerta? ¿Tiene puesto el seguro? ¿Está el hombre en la
habitación escondiéndose de algo?
Cómo no recordar también a Augusto Monterroso, guatemalteco que
escribió El dinosaurio: “Cuando despertó, el dinosaurio ya no estaba
allí”. Pero también en México se reconoce el microcuento, como es El emigrante, de Luis Felipe Lomelí: “¿Olvida usted algo? —¡Ojalá!”
¿Se te ocurre a ti algún microrelato?