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[Rincón del lector] La historia más corta del mundo

martes, 25 de marzo de 2014


El último hombre sobre la Tierra está sentado a solas en una habitación. Llaman a la puerta.” 

Se trata de un microcuento llamado Knock, de Frederick Brown y que ha causado revuelo y fascinación en la tradición de la “microficción” norteamericana. A su vez, está basado en un texto de Thomas Bailey Aldrich: 

Imagina que todos los humanos han sido borrados de la faz de la Tierra, excepto un hombre. Imagina a este hombre en una gran ciudad, Nueva York o Londres. Imagínalo en el tercer o cuarto día de su soledad, sentado en una casa y oyendo el ring del timbre de la puerta.

Knock ha sido muchas veces catalogado como uno de los cuentos más cortos de la historia, aunque se han escrito algunos con menos palabras, como son “Muy confundido, leyó su propio obituario”, “Vendo ataúd por cambio de planes” o “Para siempre sólo por última vez”.

La fascinación en los textos de Bailey y Brown, recaen directamente en las preguntas que nos obligan a hacernos: ¿Por qué desaparecieron todos los hombres de la Tierra? ¿Por qué quedó solo el personaje que está sentado en la habitación? ¿Quién o qué llama a la puerta? ¿Tiene puesto el seguro? ¿Está el hombre en la habitación escondiéndose de algo?

Cómo no recordar también a Augusto Monterroso, guatemalteco que escribió El dinosaurio: “Cuando despertó, el dinosaurio ya no estaba allí”. Pero también en México se reconoce el microcuento, como es El emigrante, de Luis Felipe Lomelí: “¿Olvida usted algo? —¡Ojalá!”

¿Se te ocurre a ti algún microrelato?

[Rincón del pensador] Encontrando el camino

viernes, 21 de marzo de 2014


Hay un sentimiento que es casi exclusivo de quienes nos decantamos por las letras. Es una sensación de satisfacción irregular que nos arrastra en muchas ocasiones a los delirios de grandeza, a sentirnos como un dios. Un dios creador y omnipotente, que da vida y quita vida, que da libre albedrío y que esclaviza a nuestros personajes. Es una sensación que, cómo no, se ve alimentada cuando dos ideas creativas se unen por un puente que las enlaza de manera única y permanente.

Es un sentimiento que va ligado a la satisfacción de haber superado la frustración del "bloqueo del escritor". Quiero decir, ¿quién de mis compañeros de letras no ha tenido alguna vez un par de ideas relacionadas, pero que no sabemos cómo desarrollar, o tememos que al final sean un fiasco y no hayamos sabido desarrollarlas de la mejor manera y las veamos como una oportunidad mal aprovechada? De ahí viene la importancia de las conexiones, de que una idea se una a otra de la manera perfecta y que al final formen una amalgama que nosotros llamamos "cuento", "relato", "novela".

¡Pero como nos regocijamos cuando encontramos ese enlace! Como la caravana que encuentra el puente secreto para cruzar a un nuevo continente o el portal mágico que llevará a nuestro protagonista de un reino a otro, el error que cometió el asesino en su crimen perfecto o las palabras precisas que transfiguran el odio en amor.

Hoy, realizando una tarea tan cotidiana como lo es conducir de la Universidad a la comodidad de mi casa, pensando en esto y en aquello, me vi beneficiado de la claridad de un nuevo camino. Un camino que no es amarillo pero que me guió, en dos segundos o tal vez menos, hasta la realización de mi puente maravilloso, de mi portal arcano, de mi huella dactilar en la escena del crimen y de la palabra que enternece un corazón decepcionado.


A esto es a lo que deben referirse como Felicidad.



 

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